1 de octubre de 2011

Un pregón para los zaragoneses voluntarios

¡ZARAGONESES!
¡ZARAGOZANOS Y ARAGONESES!
¡VIVA ZARAGOZA!, VIVA ARAGÓN!
De una vez por todas tenemos que archivar el pleito. ¿Quién fue primero, Aragón o Zaragoza, Zaragoza o Aragón? ¿ a quién queremos más, al padre territorio que configura a su capital, o a la madre capital que articula un territorio que se vació para crearla?.

A los dos, queremos a los dos, al padre y a la madre, porque son inseparables y complementarios. El crecimiento de Zaragoza es una consecuencia del éxodo, sobre todo rural, en busca de una vida mejor.
Así se explica que haya pasado de cien mil a más de setecientos mil habitantes en el último siglo. Así se explica el despegue de barrios como Las Fuentes, San José, Delicias, La Jota, el Arrabal, Torrero-La Paz, Valdefierro?. Barrios que, después del esfuerzo de décadas, están reclamando ahora la atención que se merecen para que el alma de la ciudad no se extravíe por urbanizaciones artificiales sin historia.
Ni Huesca, ni Teruel, ni los municipios intermedios, han podido contrapesar ni el tamaño, ni la relevancia estratégica, ni el tirón de modernidad de la capital.
Zaragoza es una ciudad abrazada por un desierto, curtida por el viento y suavizada por las riberas del Ebro, del Gállego, el Huerva, el Canal Imperial, y por sus sorprendentes sotos, como el de Cantalobos que no podemos dejar morir, galachos y manchas verdes de regadío.
Como sorprendentes son las puestas de sol desde el azud, desde los puentes y desde el parque del agua "Luis Buñuel". Zaragoza es, a la vez, ciudad marina y novia del viento.
Seríamos injustos si la tratáramos como una madrastra. Bien lo saben los más de veinticinco mil asociados a Interpeñas, un modo de fiestas populares transplantado desde los pueblos a la ciudad, que nació con la democracia, en los barrios, que va camino de los treinta años, y que es, por su singularidad, una de las principales marcas de Zaragoza y de Aragón en España y en el mundo.
Si algo es Zaragoza es una madre de leche de los que, como este pregonero que nació en fuentes claras, nos hemos desplazado desde el territorio y de los más de cien mil que han llegado de otros lugares del mundo en los últimos diez, once años, buscando también un futuro mejor. Zaragoza, ciudad media en todo, tienen bien merecido el título de madre de la diversidad.
Y es esa energía bimilenaria, que se desprende de la coexistencia de culturas, la que está consiguiendo, por ejemplo, que la universidad de Zaragoza recupere influencia en el valle del Ebro en los últimos tiempos al encabezar un campus internacional de excelencia, de investigadores de primera, en el que participan las universidades públicas de Navarra, La Rioja y Lérida.
A veces se nos olvida a unos y a otros que tenemos una universidad de casi quinientos años, con la que el municipio debería identificarse más y de la que debería sentirse más orgulloso. Debería ser, sin duda, otra de las grandes marcas de la capital y el distrito erasmus para estudiantes europeos en el barrio de San Pablo va en la buena línea.
¿Y qué mas es Zaragoza?. Una ciudad cruce de caminos, un gran centro logístico y ferroviario. Precisamente, hace unos días conmemorábamos el 150 aniversario de la llegada del tren a la Estación del Norte, al Arrabal, en la margen izquierda del Ebro, un distrito que, desde entonces hasta aquí, se ha convertido en el más poblado de la ciudad.
El tren, que fue recibido con una gran fiesta ciudadana, llegó al calor de las harineras y de la exportación para impulsar la modernización de Zaragoza.
Con parecida alegría colectiva se recibió a las exposiciones, la hispano-francesa de 1908 y la internacional de 2008, intermitentes y brillantes despertares de la burguesía y de la creatividad local que catapultaron a Zaragoza a la categoría de gran ciudad.
Las dos expos le dieron un baño de universalidad dulcificando su rostro agrarista y su irresistible querencia conservadora.
¿Y qué más es Zaragoza?. Una referencia mundial del automóvil, y del futuro de los coches no contaminantes, y a la vez una referencia mundial de la bicicleta. Y también del ahorro del agua. Zaragoza está asociada también a la marca desarrollo y ecología.
¿Y qué más?. Una regular ciudad de congresos, por la hospitalidad de los que vivimos aquí, y un centro mundial de peregrinación pilarista y marianista, reforzada ahora con la acertada idea del nuevo museo diocesano. Y también una parada obligada para el mundo de la música, con ese símbolo de excelencia que es el auditorio, y el vivero de bandas de pop y rock.
Zaragoza también es cuna de voluntarios, que exportan civismo desde el espacio público, y de cooperantes que están ayudando en los países pobres. Es probablemente la ciudad española en la que más organizaciones solidarias existen en relación al número de habitantes.
Esta noche de fiesta grande quiero tener un recuerdo especial para ellos, para los cooperantes, y para todos los zaragoneses que están por el mundo, embajadores de nuestra humilde y generosa forma de ser y entender la vida.
Entre todos, los que estamos aquí y los que están fuera, hemos conseguido algo que no tiene precio en estos tiempos de desarraigo y pérdida de identidad, que Zaragoza mantenga un admirable sentimiento de comunidad, y unas relaciones humanas de calidad, que no hayamos perdido la atracción por la infancia y los paisajes naturales, que continuemos mirando al cielo, al valle y a la montaña, que hayamos aprendido el misterio de la vida y la muerte, y el valor de la amistad y la cercanía.
Virtudes que, por su autenticidad, tan bien personalizaba alguien muy querido y recordado estos días, el aragonés más popular de las últimas décadas: José Antonio Labordeta.
¿Y qué más es Zaragoza?. Una ciudad de resistentes que se sobrepuso a principios del siglo XIX a dos sitios, que diezmaron su población dejándonos muchos héroes y leyendas populares. Que se sobrepuso a la violencia terrorista contra guardias civiles, militares y un ejemplar político. Que se sobrepuso a devastadores incendios. Y en la que muchos, en el plano personal y familiar, también nos estamos sobreponiendo a pérdidas desgarradoras de seres queridos, a los que hoy echamos mucho de menos, que pusieron a prueba nuestra firmeza de ánimo ante el dolor, que nos hicieron más fuertes.
Por eso, estoy convencido de que Zaragoza se sobrepondrá también a los sobresaltos y a la amenaza diaria del abismo de esta depresión económica, porque si algo confirma nuestra historia es que cuando nos ponemos en marcha, no hay quien nos detenga, bien sea para frenar un trasvase, para defender la libertad o la autonomía, para salvar al Zaragoza de la segunda división, o para organizar las mejores fiestas populares de España.
Vamos a salir adelante recuperando, frente a la locura consumista de estos años, los valores de la moderación y de la sensatez de nuestros antepasados, que se forjaron como líderes en una situación aún más amarga que la nuestra. Vamos a salir adelante cerrando filas con los más débiles, con los que están con el agua al cuello, para que no se quiebre la cohesión social.
Y vamos a apoyar el talento, y, en particular, a los jóvenes bien formados, a los innovadores, a los que tienen las ideas, y a los emprendedores, a los que las ponen en marcha arriesgando en muchos casos la comodidad de un empleo fijo.
Después ya llegarán los inversores y ojalá surja de un modo natural nuestro valle tecnológico, nuestro Ebro Valley.
Innovadores y emprendedores tienen que ser protagonistas del futuro de la capital de Aragón que pasa, estoy firmemente convencido, porque volvamos la mirada hacia las pequeñas cosas, porque hagamos muy bien lo pequeño.
Para terminar, quiero agradecer al alcalde y a todos los grupos municipales este reconocimiento a radio Zaragoza y al periodismo en mi persona, que, como la inmensa mayoría de vosotros, no tiene otro mérito que el de intentar hacer bien su trabajo cada día, con responsabilidad, rodeado de un equipo de una gran valía humana y profesional. Es un espaldarazo que va a reafirmar nuestro compromiso de seguir muy cerca de vosotros, de la vida, con pasión constructiva por Zaragoza y por Aragón.

GRACIAS DE CORAZÓN
¡VIVA ZARAGOZA!, ¡VIVA ARAGÓN!

Semblanza del pregonero, Plácido Díez
Turolense de Fuentes Claras, hijo de la transición y del periodismo con mayúscula, nuestro pregonero es un ciudadano aragonés con sangre leonesa que ama Zaragoza sin complejos. Con un amor que nace no sólo del trato diario o del afecto histórico, sino de las ganas de verla crecer y mejorar como parte troncal de Aragón. Ni hermanastra ni madrastra ni hijastra ni nada que se le parezca; al contrario, Zaragoza es para Plácido una madre nutricia. Por eso dirá en el pregón que la quiere, que la respeta por lo que es y por lo que abraza.
No hablamos, al hablar de Plácido Díez Bella, de un aragonés genéticamente optimista (casi sería ser un bicho raro)pero sí de un profesional que diluye su melancolía en una creciente dosis de positivismo intelectual. A fin de cuentas fue el clásico chaval de pueblo que tras aprender picardías en colegio religioso se hizo mayor en la Autónoma de Barcelona, en una Facultad de Periodismo alborotada en lo político y lo académico, que le enseño un oficio duro que ahora anda buscando nuevas identidades.
Salió de ahí hecho una bala a alcanzar noticias, a encontrar la verdad, a facilitar la interpretación, a defender la pluralidad, a relatar y reflexionar. Todo con un sentido de la responsabilidad exagerado, que sigue acompañándole como amigo fiel. Tampoco es de extrañar, pues Plácido cultiva la amistad como parte esencial de la vida. A propósito de la esencia de la vida, ahí está Dolores Bernal, su compañera del alma, la mujer con la que ha compartido el cielo de la complicidad y el infierno de perder a su hijo David. Por fortuna su hija Sabina marca el camino de la esperanza personal, el hito de las nuevas generaciones que reclaman otro mundo y otros destinos.
El sendero profesional de nuestro sorprendido pregonero (pues pocos periodistas, quizás por haber muchos, esperan ser elegidos para tan extraño menester)arranca en Andalán. Corta etapa que le propulsó a El Día, periódico que acabó dirigiendo siendo muy joven. De ahí a muchos sitios, pues tiene algo de impaciente e inconformista, como El Periódico de Aragón, Antena 3 TV, Gabinete de Prensa de la DGA, colaboraciones con Heraldo y máximas responsabilidades en Radio Zaragoza, donde es Director de Contenidos. Y etcétera, etcétera.
Prensa, radio y TV, los tres ejes del periodismo tradicional, están en la vida de este bregado profesional, que nunca ha prescindido del fútbol, el senderismo, los viajes, el cine, la lectura o los paseos con su perro. Plácido Díez, queda dicho, es un periodista de agitada trayectoria que quiere con pasión a Zaragoza. Ya lo oirán en el pregón; y de paso observen esa noche a un tipo honesto, sensato y concienzudo, el hijo de un ferroviario que siempre le empujó a volar. Y dicen que quien vuela llega alto: en este caso al balcón de su ciudad, a pregonarle el orgullo de formar parte de ella. A marcar el latido de SER (y estar) Zaragoza.
Por Lola Campos Palacio

Zaragoza - Agenda Fiestas del Pilar 2011

Pregón de Fiestas
Salida: desde Parque de Oriente -Vadorrey.
Recorrerá: Paseo de la Ribera, Puente de Piedra, Plaza del Pilar.

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