8 de septiembre de 2009

Hay que llevar lo justo

El II módulo del máster en Medicina de Urgencia en Montaña está coordinado por el jefe de servicio de Seguridad y Protección Civil del departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, Pedro Vas. El módulo cuenta con un total de 57 alumnos --37 diplomados en Enfermería y 20 en Medicina--, procedentes de toda España, Argentina y Venezuela

¿Para qué se necesita un curso especializado de estas características?


Los médicos y enfermeros que participan ya llegan formados en medicina y con su carrera terminada. En estos estudios se les forma en unas habilidades y conocimientos que les capacitan para llevar su profesión a los lugares más complejos, como simas, cuevas, alturas o riscos. En definitiva, actuar en un medio natural hostil al que no se puede llegar con ambulancias.
¿En qué tiene que estar preparado hoy en día un médico de montaña?
La medicina de montaña supone en muchos casos estabilizar el paciente y evacuarle después hasta un hospital. Estos médicos y enfermeras tienen que tener la capacidad de llegar al lugar en el que se haya producido el accidente, ya sea bajo tierra o en la cima más alta.

¿Los alumnos necesitan conocimientos de montañismo?
Por supuesto, tienen que tener un gran amor a la montaña y una fortaleza física y condiciones buenas. Esta es una faceta de la medicina que no se puede practicar durante toda la vida, pues a los 50 años no se está en condiciones de practicar este tipo de medicina.

¿Ha cambiado mucho la medicina de montaña en los últimos años?

En mi época se tenían menos conocimientos y era más complejo, aunque se produjeran menos casos. En los rescates te encontrabas siempre algo desangelado porque te tenías que solucionar los problemas tú mismo, con menos información.
¿Cuando un médico llega al accidentado hay muchas posibilidades de que el rescate sea un éxito?

Por supuesto, aunque en algunos casos no hay que olvidar que el mero hecho de llegar al paciente ya se puede considerar un éxito. Si además de llegar, el rescatador sabe tratar al paciente, se le da una gran confianza y seguridad. Se ponen buenos solo con verte. De todos modos, hay que tener en cuenta que en una ambulancia se llevan todos los equipos necesarios, pero que cuando se realiza una intervención se tiene que llevar lo justo porque el peso es muy importante y siempre se acaba necesitando lo que ha quedado fuera.

Desde su punto de vista, ¿se actuó correctamente ante una situación como la de Óscar Pérez?

Ese es un caso extremo que no tiene comparación alguna. Todos los sistemas de búsqueda y salvamento se pusieron en marcha, pero la vía de acceso era muy compleja y no llegaron a tiempo. Las distancias en Aragón son de días o de horas, mucho más cómodo. En su caso era necesario movilizar un equipo para ir a la otra parte del mundo.

Historias a 15.000 pies de altura

Trabajan de sol a sol a lomos de un EC -135 y son un "esencial apoyo” para llevar a cabo rescates en los montes oscenses. La Unidad de Helicópteros número 41 (UHEL-41) de la Guardia Civil vive durante los meses estivales un continuo estado de alerta y preparación debido a la gran cantidad de sucesos que ocurren en el Pirineo aragonés.

Miradas cómplices, voces de mando atenuadas por el trato familiar que causa el trabajar día a día a 15.000 pies, casi 5.000 metros de altura. Al excelente trato se suma la concienzuda inspección diaria de la “herramienta”, un Eurocopter EC-135, estos elementos forman algunas de las piezas esenciales que conforman la UHEL-41. Unos engranajes formados por hombre y máquina que, de sol a sol, en invierno o en verano, vuelan a cualquier rincón del Pirineo, allí donde se les requiere.
Los engranajes están siempre listos, en guardia. Una llamada de los Grupos de Rescate en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil ejerce de resorte para que toda la unidad al completo, pilotos, mecánico y miembro del 061 se pongan en marcha. Un ritual donde la meticulosidad prima ante todo.

“El mecánico realiza una inspección a fondo al iniciarse la jornada, antes de iniciarse el vuelo se lleva a cabo otra revisión; el piloto debe hacer una segunda revisión, sobre todo visual antes de despegar y una vez que el helicóptero está de vuelta se informa de las incidencias y de nuevo se procede a la inspección”, explica el capitán de la UHEL-41, Alberto Rodríguez Martínez.
Junto a la mecánica, la observación de la meteorología es fundamental, “leemos las previsiones del tiempo y estamos pendientes de él continuamente, cuando a nosotros nos llega un aviso para prestar apoyo tenemos que analizar, en función de la meteorología, si nos es posible prestar el servicio que se nos pide”, explica el oficial de la Guardia Civil.

La Unidad de Helicópteros de Huesca cubre entre el 85 y el 90% de las misiones de rescate encomendadas, sólo la noche y la climatología adversa evita que la UHEL-41 surque los cielos de la provincia altoaragonesa.
Rodríguez Martínez es capitán por escalafón militar pero además cuando ocupa los mandos del Eurocopter EC-135 también se convierte en el “capitán” de la nave, “los pilotos tenemos tres factores que debemos controlar siempre en vuelo, la altitud, el viento y la temperatura, a mayor altitud mayor viento y mayor esfuerzo en los rotores del aparato”.
Estos factores, unidos al gasto de combustible y a la carga del aparato, obligan a los pilotos de la UHEL-41, expertos en rescates en montaña por su estratégica ubicación a las faldas de la cordillera pirenaica, a sumar más adversidades y dosis de cautela a su habitual lista de trabajo: estabilizar el helicóptero en un barranco, aterrizar en zonas de hielo en invierno, descender a especialistas del GREIM en picos y paredes.
A pesar de las dificultades del terreno, siempre se vuelve a empezar, “del orto al amanecer” y hasta que el depósito aguante. “Tenemos una autonomía de vuelo de dos horas y media y los rescates suelen durar máximo una hora cuarenta minutos”, indica el capitán de la UHEL-41. Este verano de 2009 la unidad ya ha batido su propio récord de rescates, “hemos permanecido 12 horas en el aire”.
Sanitarios en las alturas

No llevan galones ni son militares, pero son uno más cuando cabalgan el viento dentro del Eurocopter, los sanitarios especialistas en rescate en montaña del 061, médicos y enfermeros, forman parte de la punta de lanza del salvamento. Su misión: dar asistencia en el lugar del suceso. Algo que hace “ganar tiempo” a los equipos de auxilio explica el enfermero del 061 Juan García-Lisbona Iriarte.
“Nosotros tenemos que ser capaces de seguir a un especialista de montaña de la Guardia Civil en un ascenso a una zona con hielo, en una pared en Riglos o descender por un barranco”, comenta. Buena prueba de estas afirmaciones son los voluminosos bultos que pueblan el interior del helicóptero.
Además de material médico, “todo de plástico para evitar peso”, Juan también lleva consigo casco, arneses, cuerdas, piolet, un traje de neopreno, “muchas veces cuando nos subimos al helicóptero no sabemos si vamos a volver al hospital o a la base, así que es preferible cargar con todo”, explica.
Los enfermeros y médicos del 061 forman parte del organigrama que existe en toda la Comunidad; sin embargo, además de ser sanitarios de urgencias en las ambulancias ocupan un lugar en los grupos de salvamento, “normalmente vienen a buscarnos al helipuerto del hospital o a veces estamos con la Guardia Civil en el hangar a la espera de un aviso”, comenta García-Lisbona.

Enfermeros y médicos se enfrentan en el monte a todo tipo de cuadros clínicos, “en verano se suelen atender más lesiones en extremidades, torceduras, esguinces, fracturas y suelen ser muy abundantes, en invierno hay menos rescates pero suelen ser más graves”, asegura el enfermero del Servicio Aragonés de Salud.
Para poder llevar a cabo todo este trabajo en perfecta coordinación entre guardias civiles y enfermeros sólo hace falta una cosa: compañerismo. Juan así lo destaca, “el trato es muy buen bueno, existe un gran compañerismo y confianza y éste no sólo se da durante el trabajo, es normal que enfermeros y guardias civiles compartan actividades juntas, en especial la montaña”.
La “élite” de los aires

La UHEL-41 no sólo cuenta con un helicóptero en Huesca, durante los meses de más actividad (junio, julio y agosto) otro equipo con su respectivo aparato queda acantonado en el valle de Benasque para llevar a cabo misiones de socorro en esa zona.
Aunque su principal actividad se centra en la montaña, los miembros de la UHEL-41 también desarrollan actividades de vigilancia policial en los cielos aragoneses, aunque estos dispositivos siempre son eclipsados por el incesante trabajo que desarrollan entre riscos y gargantas. Y es que los Pirineos son su particular “reino” y a pesar de que no se jactan de ello, sus continuas misiones en los lugares más difíciles de la orografía aragonesa obligan a estos pilotos a ser profesionales en todos los campos de vuelo.

“Es una subida de adrenalina el estabilizar un helicóptero y descenderlo a velocidad mínima por un barranco donde apenas tienes un metro entre la pared y las aspas del helicóptero”, indica Rodríguez Martínez. “Es la unidad de helicópteros dónde un piloto puede demostrar toda su pericia y dónde debe hacerlo para poder llevar a cabo con éxito su misión”.


Médicos, con la mochila a cuestas

Son las 11.50 de la mañana. En la base del 061 en el Hospital San Jorge de Huesca suena el móvil del médico que está de guardia para emergencias en la montaña. Hay que salir a un rescate. Empieza el trabajo. Médicos y enfermeros del Salud y agentes de la Guardia Civil forman una extraña y bien avenida pareja que suma conocimientos y esfuerzos para salvar vidas en el Pirineo aragonés.
Juan Pérez-Niveas, el facultativo de turno que recibe el aviso, evalúa mentalmente la situación a la que previsiblemente se va a enfrentar. De momento, tiene poca información, sin embargo no duda a la hora de seleccionar el material y la medicación que cree que va a necesitar para asistir al accidentado. Cargado con las mochilas medicalizadas, sale hacia la helisuperficie habilitada tras al aparcamiento del centro hospitalario. En pocos minutos llega el helicóptero de la Guardia Civil para recogerle y acto seguido van a buscar al equipo de los grupos de rescate de la zona más próxima al lugar del siniestro.

Muchas dificultades
Aproximadamente el 90% de los accidentes que se registran en la montaña no son graves. "En general suelen ser fracturas, esguinces, agotamientos... cosas banales que se pueden resolver y médicamente no dan grandes problemas", explica el doctor Pérez- Niveas, coordinador del servicio del 061. No obstante, los médicos de montaña se enfrentan a grandes dificultades. La primera es saber qué medicamentos cargar. Hay que ser muy preciso puesto que el helicóptero es pequeño y el vuelo en la montaña no es fácil. Sin embargo, cuando se sale de la base hay que procurar partir con el equipamiento más completo posible "porque no sabes a qué te vas a enfrentar y porque puede surgir otro rescate. Si tuviéramos que volver al hospital se perdería mucho tiempo que puede ser vital", explica el doctor.
El médico del 061 añade que solo cuando se recoge a los rescatadores de la Guardia Civil en su base reciben más datos del accidente, con lo que realizan una última selección del material necesario. "Siempre llevamos la que llamamos 'bolsa de ataque', que contiene la medicación y material fundamental para atender cualquier emergencia".
El lugar del rescate representa en muchas ocasiones otro problema. La pericia del piloto permite posar el aparato en lugares muy abruptos y de difícil acceso. A veces, solo es posible posar un patín en un pequeño saliente de una roca, "y en muy poco espacio, a 3.000 metros de altura y con un precipicio abajo, sorteando el peligro, tienes que atender al herido". En ocasiones, la situación solo permite una rápida estabilización para evacuar a la víctima al lugar próximo más adecuado para atenderlo y poder trasladarlo al hospital o centro de salud, según requiera cada caso.
Aunque la mayoría de los accidentados presentan lesiones no vitales, los médicos de montaña también se encuentran con casos muy graves. "Ahí estás solo. Tienes que hacer de médico, de enfermero, de técnico... A veces los guardias civiles nos echan una mano para monitorizar... pero se pasan malos ratos porque no llegas a todo. Se necesitarían más manos".
Lo ideal sería que a las asistencias en rescates de montaña pudieran ir siempre médico y enfermero. Sin embargo, por el momento no es algo que parezca posible, ni por la capacidad del helicóptero ni por razones presupuestarias, según apuntan.
Juan Pérez-Niveas asegura que Aragón es una región puntera en asistencia de montaña y añade que otras comunidades próximas como Cataluña o Navarra no tienen medicalizado este servicio.
La mayor parte de los accidentes en la montaña obedecen a imprudencias o al desconocimiento. El exceso de confianza, en el caso de los deportistas más experimentados, también puede acabar en un percance de graves consecuencias.

Vocación, afición y preparación

Vocación por la medicina y afición a la montaña son la base para desempeñar este trabajo para el que los profesionales, después de concluir su carrera, realizan un máster de especialización. Juan Pérez-Niveas asegura que no es imprescindible ser un experimentado escalador o esquiador y tampoco tener grandes conocimientos sobre barranquismo, actividades en las que sí están muy entrenados los agentes de la Guardia Civil que pertenecen a los grupos de rescate. No obstante, "te tiene que gustar la montaña y cuanta mejor forma física tengas, mejor", dice el coordinador médico del 061 en la provincia de Huesca.

Otra de las claves del éxito del servicio de rescate en montaña es la buena coordinación existente entre los profesionales de las dos instituciones que lo llevan a cabo, los pilotos de la unidad del helicóptero y de los agentes de los grupos de rescate de la Guardia Civil, por un lado, y de los médicos y enfermeros del 061 del departamento de Salud el Gobierno de Aragón, por otro. Juan Pérez- Niveas destaca el alto grado de colaboración entre unos y otros y comenta que con asiduidad se realizan programas de instrucción conjuntos.