Zaragoza - 20090602

No es cinismo; se trata de un simulacro de accidente múltiple, la prueba final del curso de expertos en urgencias y emergencias del Colegio de Enfermería de Zaragoza, en el que participan 62 alumnos. El escenario no era otro que la explanada del helipuerto del hospital Militar (el supuesto implicaba que ocurriera en un espacio semirural), pero aún sabiendo que todo era fingido, los estudiantes que hacían de víctimas se metieron tanto en el papel que la tensión se acercaba mucho a lo real.
El protocolo
Después de dividir en sectores el terreno, dos alumnos se encargaron de una labor fundamental: el triaje, esto es, la clasificación continua de las víctimas según su gravedad: rojos los más graves, seguidos por amarillos y verdes. El negro se reservaba para los fallecidos. Entraban en acción las enfermeras, que tenían que lidiar con personas con ataque de ansiedad. "¡Ayúdeme, mi hermana se está muriendo!", gritaba una afectada que tenía hasta lágrimas en los ojos.
Con un maquillaje extremadamente realista, las víctimas ejercían el papel que tenían asignado, e incluso la embarazada se puso a dar a luz a causa del accidente. Al mando de la operación se encontraba Javier, uno de los pocos enfermeros, que se encargaba de gestionar a los efectivos. La escasez de recursos usual en las catástrofes fue un reto para las enfermeras, que en varios casos inmovilizaron cuellos con prendas de ropa. Si bien los alumnos echaron en falta a la Policía y los bomberos, el simulacro fue un acercamiento muy real a lo que algún día vivirán.