El Departamento de Salud y Consumo y la Fundación Ecología y Desarrollo ha editado una guía que informa sobre el riesgo químico en el hogar, y sobre las sustancias químicas peligrosas más comunes en nuestra vida diaria. El trabajo lleva por título “Peligrosamente juntos: tóxicos en casa”.
El objetivo principal de esta guía es informar a los ciudadanos de las sustancias químicas más peligrosas y habituales que se encuentran en nuestras casas, con el fin de que como consumidores puedan elegir si compran o no los productos que las contienen. También se ofrecen consejos prácticos para sustituir estas sustancias por alternativas más seguras y para llevar a cabo la correcta gestión de los residuos tóxicos que se generan en los hogares.
En el mercado europeo existen unas 100.000 sustancias químicas diferentes, que se mezclan para formar millones de productos o preparados comerciales. Sin embargo, muchas veces no somos capaces de ver estas sustancias o, en algunos casos, hay un desconocimiento sobre su existencia. Este motivo ha llevado a la Unión Europea a la elaboración de una legislación sobre sustancias químicas y los efectos que producen, el Reglamento REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas), cuyos aspectos básicos se ofrecen en la guía.
Las más peligrosas se conocen como sustancias químicas “extremadamente preocupantes”. Son sustancias que reúnen alguna de estas características: no se descomponen con rapidez en el medio ambiente (sustancias muy persistentes) y se acumulan en nuestros cuerpos (bioacumulables); tienen una combinación de persistencia, bioacumulación y toxicidad; pueden alterar los sistemas hormonales (disruptores endocrinos) o los genes (mutágenas); pueden causar cáncer (carcinógenas); o son tóxicas para el sistema reproductor.
Muchos productos de uso frecuente en el hogar como ambientadores, pinturas, artículos de limpieza, cosméticos, jabones o insecticidas de uso doméstico, contienen algunas sustancias químicas peligrosas que, incluso aunque estén perfectamente integradas en los productos que las contienen, pueden liberarse a lo largo del tiempo como consecuencia del uso, originando daños en nuestra salud. También se liberan al medio ambiente durante su proceso de producción y al final de su vida útil (cuando se convierten en residuos), pudiendo provocar daños en la naturaleza.
Etiquetas de los productos
Entre otras cuestiones, la guía ayuda a interpretar correctamente los símbolos de las etiquetas de los productos, a través de los que se puede conocer el riesgo de su uso, cómo actuar en caso de intoxicación y también la correcta manipulación y eliminación de estas sustancias químicas peligrosas más comunes en nuestro hogar, como el amoníaco, la lejía o el salfumán, con el objetivo de proteger la salud y el medio ambiente. Además, se aconseja sustituir las sustancias químicas peligrosas por alternativas más seguras.
Los efectos en la salud de las sustancias químicas peligrosas dependen de la vía de entrada (por vía respiratoria, digestiva o dérmica), del tiempo de exposición a las mismas, del número de exposiciones, del estado físico (sólido, líquido o gaseoso) y de la sensibilidad o susceptibilidad de las personas a esas sustancias tóxicas, que a su vez depende de otros factores como las características genéticas, la edad o el estado de salud. Niños, mujeres embarazadas, lactantes y personas mayores son especialmente vulnerables.
Los daños ocasionados sobre la salud de las personas se pueden dividir en efectos agudos (quemaduras, irritación de ojos, de piel o de vías respiratorias, asfixia, mareos, dolor de cabeza, etc, sufridos desde unos segundos hasta unos minutos después de la exposición), o efectos crónicos (alergias, asma, enfermedades y lesiones respiratorias, enfermedades y lesiones del sistema reproductor, alteración del sistema hormonal, cáncer, etc). Estos últimos aparecen días, meses o incluso años después de la exposición y, en general, tras una exposición continuada a dosis bajas de las sustancias químicas peligrosas que componen los productos tóxicos.
La guía también informa sobre los efectos que estas sustancias producen sobre el medio ambiente. Entre estos efectos destacan la toxicidad para los seres vivos y la capacidad de contaminar el agua, la atmósfera o el suelo. En la mayoría de los casos, las sustancias se liberan al medio ambiente por vertidos (a través de desagües, tuberías, derrames o fugas), emisiones (por chimeneas, sistemas de extracción y ventilación, etc), residuos (a través del depósito o vertido de restos de productos peligrosos, sus envases o cualquier material contaminado en vertederos, incineradoras, cementeras, etc) o uso de los bienes producidos (por el uso continuado de los productos acabados como pinturas, plásticos, cosméticos, etc).
Finalmente, recomienda adquirir productos ecológicos y naturales, y ofrece una dirección de Internet donde encontrar las tiendas de Aragón en las que se pueden adquirir este tipo de productos.
Consumo responsable
El objetivo principal de esta guía es informar a los ciudadanos de las sustancias químicas más peligrosas y habituales que se encuentran en nuestras casas, con el fin de que como consumidores puedan elegir si compran o no los productos que las contienen. También se ofrecen consejos prácticos para sustituir estas sustancias por alternativas más seguras y para llevar a cabo la correcta gestión de los residuos tóxicos que se generan en los hogares.
En el mercado europeo existen unas 100.000 sustancias químicas diferentes, que se mezclan para formar millones de productos o preparados comerciales. Sin embargo, muchas veces no somos capaces de ver estas sustancias o, en algunos casos, hay un desconocimiento sobre su existencia. Este motivo ha llevado a la Unión Europea a la elaboración de una legislación sobre sustancias químicas y los efectos que producen, el Reglamento REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas), cuyos aspectos básicos se ofrecen en la guía.
Las más peligrosas se conocen como sustancias químicas “extremadamente preocupantes”. Son sustancias que reúnen alguna de estas características: no se descomponen con rapidez en el medio ambiente (sustancias muy persistentes) y se acumulan en nuestros cuerpos (bioacumulables); tienen una combinación de persistencia, bioacumulación y toxicidad; pueden alterar los sistemas hormonales (disruptores endocrinos) o los genes (mutágenas); pueden causar cáncer (carcinógenas); o son tóxicas para el sistema reproductor.
Muchos productos de uso frecuente en el hogar como ambientadores, pinturas, artículos de limpieza, cosméticos, jabones o insecticidas de uso doméstico, contienen algunas sustancias químicas peligrosas que, incluso aunque estén perfectamente integradas en los productos que las contienen, pueden liberarse a lo largo del tiempo como consecuencia del uso, originando daños en nuestra salud. También se liberan al medio ambiente durante su proceso de producción y al final de su vida útil (cuando se convierten en residuos), pudiendo provocar daños en la naturaleza.
Etiquetas de los productos
Entre otras cuestiones, la guía ayuda a interpretar correctamente los símbolos de las etiquetas de los productos, a través de los que se puede conocer el riesgo de su uso, cómo actuar en caso de intoxicación y también la correcta manipulación y eliminación de estas sustancias químicas peligrosas más comunes en nuestro hogar, como el amoníaco, la lejía o el salfumán, con el objetivo de proteger la salud y el medio ambiente. Además, se aconseja sustituir las sustancias químicas peligrosas por alternativas más seguras.
Los efectos en la salud de las sustancias químicas peligrosas dependen de la vía de entrada (por vía respiratoria, digestiva o dérmica), del tiempo de exposición a las mismas, del número de exposiciones, del estado físico (sólido, líquido o gaseoso) y de la sensibilidad o susceptibilidad de las personas a esas sustancias tóxicas, que a su vez depende de otros factores como las características genéticas, la edad o el estado de salud. Niños, mujeres embarazadas, lactantes y personas mayores son especialmente vulnerables.
Los daños ocasionados sobre la salud de las personas se pueden dividir en efectos agudos (quemaduras, irritación de ojos, de piel o de vías respiratorias, asfixia, mareos, dolor de cabeza, etc, sufridos desde unos segundos hasta unos minutos después de la exposición), o efectos crónicos (alergias, asma, enfermedades y lesiones respiratorias, enfermedades y lesiones del sistema reproductor, alteración del sistema hormonal, cáncer, etc). Estos últimos aparecen días, meses o incluso años después de la exposición y, en general, tras una exposición continuada a dosis bajas de las sustancias químicas peligrosas que componen los productos tóxicos.
La guía también informa sobre los efectos que estas sustancias producen sobre el medio ambiente. Entre estos efectos destacan la toxicidad para los seres vivos y la capacidad de contaminar el agua, la atmósfera o el suelo. En la mayoría de los casos, las sustancias se liberan al medio ambiente por vertidos (a través de desagües, tuberías, derrames o fugas), emisiones (por chimeneas, sistemas de extracción y ventilación, etc), residuos (a través del depósito o vertido de restos de productos peligrosos, sus envases o cualquier material contaminado en vertederos, incineradoras, cementeras, etc) o uso de los bienes producidos (por el uso continuado de los productos acabados como pinturas, plásticos, cosméticos, etc).
Finalmente, recomienda adquirir productos ecológicos y naturales, y ofrece una dirección de Internet donde encontrar las tiendas de Aragón en las que se pueden adquirir este tipo de productos.
Consumo responsable
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