Un día como hoy de hace 200 años Zaragoza se rindió al ejército francés, el más poderoso de la época, poniendo fin al segundo de los sitios. La ciudad, conocida como la Florencia de España, estaba completamente destruida después de sufrir un asedio en cada una de sus calles y los resistentes diezmados por las epidemias mientras los cadáveres se amontonaban por todo sus casco urbano.
No había ningún organismo internacional que se encargase de garantizar la ayuda humanitaria ni tampoco periodistas extranjeros que documentasen la tragedia. Algunos pintores dejaron constancia del sufrimiento de la población y posiblemente el propio Francisco de Goya tuvo la necesidad de crear sus grabados Los Desastres de la Guerra después de conocer los sufrimientos de sus paisanos.
El primer sitio había empezado el 15 de junio de 1808 cuando 15.000 soldados, en su mayoría de origen polaco, aliados de las tropas francesas, llegaron a las puertas de la ciudad, defendida por 2.000 soldados profesionales y más de 10.000 voluntarios civiles.
Los primeros asaltos fueron rechazados por los defensores. Los generales franceses enviaron nuevas unidades de combate y corrigieron los errores tácticos de los primeros días. Fueron dos meses de intensos combates, continuos asaltos y terribles bombardeos que no consiguieron doblegar a la resistencia.
A mediados de agosto de 1808 los franceses se retiraron con miles de bajas, abandonando decenas de piezas de artillería. La población aragonesa se había convertido en el símbolo de la resistencia contra las fuerzas ocupantes.
Cuatro meses después, el 21 de diciembre de 1808, empezó el segundo sitio sobre la ciudad situada en un punto estratégico para los ocupantes. Esta vez el ejército francés no estaba dispuesto a hacer concesiones y rodeó Zaragoza con más de 40.000 soldados de infantería y 3.500 de caballería. Unos 50.000 defensores entre soldados regulares y miles de voluntarios estaban atrincherados en el interior de la ciudad.
La artillería pesada francesa comenzó los bombardeos sistemáticos y provocó que ésta ardiese por los cuatro puntos cardinales.”Jamás he visto encarnizamiento igual al que muestran nuestros enemigos en la defensa de la plaza”, escribió el mariscal Jean Lannes en una carta que envió al emperador Napoleón Bonaparte.
Las continuas embestidas de los militares franceses unidas a la falta de víveres y a las epidemias obligaron a los responsables de la defensa a capitular. De los 55.000 habitantes sólo quedaban 12.000. El resto había muerto o huido. La ciudad fue premiada con los títulos de Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica.
Benito Pérez Galdós, que dedicó a los defensores de Zaragoza uno de sus Episodios Nacionales, escribió lo siguiente: “La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo…. pero entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde”.
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