16 de febrero de 2013

Crónica de un desalojo preventivo

El 29 de enero, cuando aún no se habían pasado los efectos de la resaca rosconera, y todavía se oían en la lejanía los ecos del “Roscon Rok”, catorce integrantes de la Agrupación de voluntarios de Protección Civil, fueron movilizados a las 15:50 horas para colaborar en el desalojo preventivo de algunas de las parcelas de Torre Urzaiz entre Movera y Pastriz, nuevamente amenazadas por las aguas de un Ebro recrecido. A las 16:30, salio del parque 1 de bomberos, la PC 9 con el primer equipo de intervención (conductor y dos voluntarios), plano en mano en dirección a Pastriz con la indicación de ponerse a disposición del oficial de guardia para lo que fuese necesario. Poco antes de llegar, observamos ya, el camino cerrado por dos unidades de Bomberos (autobomba forestal y vehículo de mando), junto a Policía Local. El acceso estaba vallado por hundimiento y obligaba a pasar por el lindero de un campo de labor.
El oficial de guardia todavía no había llegado, encontrándose supervisando la permeabilidad de las motas, aguas arriba del Ebro. Trescientos metros más allá se encontraba la urbanización donde Policía Local trataba de convencer aquellos vecinos de la necesidad de volver ha abandonar sus casas por segunda vez, en menos de diez días, provocando no pocas opiniones enfrentadas. (El primer desalojo y “único” se produjo el domingo 20 de enero, no habiéndose levantado la prohibición durante la semana, a excepción de algunas autorizaciones, dadas para recoger enseres y siempre bajo supervisión “acompañados”. Así, al parecer en los últimos días se relajo la vigilancia en la zona, viéndose algunos de los vecinos acceder a sus fincas, pensando se podía al no ver nadie se lo impidiese, hasta primeras horas de la tarde del martes 29).
Allí pudimos ver, mientras tuvimos luz solar, campos anegados por filtraciones de nivel freático, caminos embarrados donde algún que otro vehículo, encalló cual nave varada en bajamar, siendo necesaria la fuerza de más de una grúa para sacarlos, cosa harto más que complicada al caer la noche, prolongándose no se sabe hasta cuando. Pero volviendo de nuevo a los vecinos que todavía quedaban, estos se preguntaban para cuando se preveía la llegada de la punta de la crecida y si resistirían las motas ya debilitadas por la persistente crecida.
Al final y después de largas conversaciones entre bomberos, policía local y voluntarios, aquellos que no deseaban separarse de sus perros, se les pudo convencer de la necesidad de trasladarlos al albergue de Movera, donde se les había habilitado un lugar cercado, próximo para que pudiesen pernoctar. Aparentemente convencidos, partió la caravana de vehículos junto a los vecinos, camino de Movera donde nos esperaban, ya con el albergue abierto dos miembros de la corporación, y que para sorpresa de todos los únicos que llegamos, fuimos nosotros (voluntarios) junto con bomberos, el resto decidió no se sabe porque causa pasar de largo, ante la cara de asombro de aquellos que durante la tarde habían estado pendientes para lo pudieran necesitar. Despiste, cambio de opinión o no se sabe que motivo, el caso es que nosotros nos retiramos al parque nº. 1 de bomberos, al filo de las 21:00 horas con los vehiculos PC 9, PC6 y C 26. 

 









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