La tierra tembló unos segundos y nada volvió a ser como antes. El reloj marcaba las 17:06:14 del 11 de marzo cuando Laura Begoña Gallego, una operadora de la sala del 112, descolgó el teléfono.
- ¿Oiga? ¡Una explosión, he oído una explosión!
- ¿Puede decirme qué ha ocurrido?
- ¡He sentido una explosión! Ha temblado todo. Veo polvo en la calle, y piedras.
El primer temblor fue un espejismo. A las 18.47 horas, los operadores no necesitaron esperar a que sonase el teléfono. El terremoto se sintió en la sala. La ciudad acababa de sufrir un gran seísmo que dejaba a su paso un triste rastro de dolor y destrucción del que nadie se ha repuesto. Si algo bueno emergió de la ruina fue la respuesta de miles de efectivos que se dejaron la piel en mitigar el desastre y el sufrimiento más allá de la obligación. Los miles de efectivos de los servicios de emergencias que, durante días sin descanso, volcaron sus esfuerzos en ayudar a los lorquinos, fueron auténticos héroes en una de las mayores catástrofes de la historia de la Región.
El devastador seísmo que sacudió Lorca el pasado 11 de mayo dejó a la ciudad herida para siempre. Si fuera posible extraer algo positivo entre tanto dolor, sin duda sería la diligente, humana, profesional e incansable actuación que desarrollaron con una impecable coordinación los diferentes servicios de emergencias (061, 112, personal sanitario, Policía Nacional , Guardia Civil, UME, Cruz Roja, Protección Civil, Policía Local, bomberos, brigadas forestales, voluntarios...) desplegados en la zona. Desde los primeros rescates (imposible olvidar la imagen de la doctora del 061 María José Carrillo sosteniendo en sus manos al pequeño Sergio, de tres añitos, repleto de tierra y piedras y recién huérfano de madre), hasta el mantenimiento de los campamentos que aún hoy siguen siendo el único hogar de decenas de afectados. Miles de efectivos trabajaron durante días, semanas, meses, para ayudar a los lorquinos a recuperar una normalidad todavía ansiada. Su trabajo ayudó a mitigar el dolor y la desesperación de los damnificados, y han dejado para el recuerdo un ejemplo de entereza, valor y profesionalidad difícil de igualar.
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