La disposición para el buen desempeño de funciones no se aprende en los cursos, es la experiencia y la capacidad innata nacida de la misma persona la que nos hace capaces para el ejercicio de nuestra actividad.
Hace unos días mientras cubríamos el servicio del Carnaval Infantil, observe como dos voluntarios arropaban con su polar a un niño que se había perdido y posteriormente llamaban con su teléfono móvil personal a su madre, ya que sabía el número de memoria. De inmediato se presento la madre y ambos después de agradecer la atención prestada continuaron la fiesta, como debe de ser para pasar el mal trago.
Este tipo de situación se da con frecuencia en grandes concentraciones de personas y la aptitud demostrada por los voluntarios estuvo adecuada al momento.
Alguien se preguntara a que viene a cuento estas líneas, y la cuestión es que estuve allí y lo vi. El detalle simple de abrigar al niño me lleno de satisfacción. Pensé que actuaciones como esta no se aprenden en los cursos de formación, son cualidades que no todos llevamos dentro, pero que todos deberíamos ejercitar. Como miembro de la agrupación que soy, desde hace ya algunos años, puedo decir que estos voluntarios de la última promoción, ese día se ganaron mi respeto y admiración.
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