19 de junio de 2011

Defensores de Zaragoza (1808 - 2011)


Batalla de las Eras
1 Sitio de Zaragoza - 15 de junio de 1808
Los franceses se presentan ante la ciudad en la mañana del 15 de Junio. Habían fracasado los intentos de detener su progresión desde Pamplona, pues los hombres del general Lefebvre habían derrotado a los del Marqués de Lazán, hermano mayor de Palafox, en Tudela (8 de junio) y Mallén (el día 13). El propio José Palafox había hecho un intento de detención en Alagón el 14 con una columna salida de la capital ese mismo día. El desorden e indisciplina de la fuerza, escasamente instruida y armada, hicieron que fuera derrotado y se produjera un inmenso éxodo de refugiados hacia la ciudad.
Y es que Zaragoza apenas contaba con unos 50.000 habitantes, en un pequeño casco urbano delimitado por las tapias de varios grandes conventos y cuarteles, pero carente casi por completo de murallas y fortificaciones, si exceptuamos el viejo castillo de la Aljafería. La guarnición militar inicialmente sólo contaba con 1.463 hombres. Tras la revuelta del 25 de mayo, en la que se había proclamado a Palafox como nuevo Capitán General, éste había comenzado a preparar la defensa, decretando la movilización, organizando unidades y fortificaciones, reuniendo aprovisionamientos y municiones, y dictando intensas proclamas que extendieron la rebelión por todo el Valle del Ebro y llegaron a hacerse famosas en toda Europa. Pero a pesar de la respuesta, más voluntariosa que eficaz, de miles de aragoneses, poco pudo hacerse en campo abierto frente al mejor ejército del momento. Cosa muy distinta fue la lucha por la ciudad.
Tras exigir la rendición de la plaza, que le es rechazada, Lefebvre prepara un ataque sobre la marcha, creyendo alcanzar rápidamente un triunfo que presumía fácil. Era por otra parte la única posibilidad con que contaba, pues la escasez de efectivos no le permitía el establecimiento de un asedio tradicional. Enfrente, los defensores tenían escasos medios de defensa pues habían tenido poco tiempo y confiado demasiado en sus posibilidades en campo abierto. No se habían ocupado los monasterios de extramuros, ni despejado campos de tiro (todo el Sur de la ciudad era un espeso olivar), ni preparado líneas de retardo en las numerosas huertas, lindes y acequias; el despliegue de las fuerzas en las "murallas" era casi espontáneo y escasamente organizado,...